Compro mi billete en Orumieh (Iran) con destino en Van (Turquia) a 350 kms. Son las dos de la tarde y se que mi viaje va a ser largo: no solo porque se trata de una carretera cuaternaria, entre montanyas y sorteando rebanyos de cabras, sino tambien porque en el camino se interpone una frontera entre dos paises que no son de la Union Europea y mi consejo es que a esos sitios no se vaya con prisas.
De entrada mi autobus sale con retraso. - mister, two o'clock, le recuerdo al bigotudo del mostrador. El me hace un gesto de paciencia con las manos y vuelve a su te y a su cigarro. Otra advertencia para los que quieran coger un autocar en Iran: estad dispuestos para conceder un margen de como minimo media hora para la salida con respecto a la indicada en el billete. En ese tiempo, el personal de la companyia tratara de cubrir las plazas que aun queden libres mediante el recurso a la estrategia comercial del grito a viva voz, - Van, Van, Van, ultimos asientos para Van! Se ve que el del mostacho se rinde pronto, en parte porque no hay mucha gente a esta hora de mediodia en la estacion. Orumieh es una ciudad relativamente pequenya si se la compara con el tamanyo de otras ciudades iranies donde el estres por los ultimos billetes puede provocar un tumulto de insultos y punyetazos.
Asi que el autocar se pone en marcha casi solo para mi, con la excepcion de 5 o 6 campesinos kurdos y, para mi sorpresa, en los asientos que deberian ser ocupados por pasajeros viajan un monton de cajas y sacos que supongo deben contener frutas y otros productos agricolas. No debe de tratarse de productos ilegales, al menos segun los criterios de los soldados iranies que las inspeccionaron en los dos controles de carretera con los que nos cruzamos. Uno de ellos al revisar mi pasaporte espanyol me fusila con mirada inquisidora, -Iran country good? y todos se giran pendientes de mi. Por un segundo creo ver al Ayatolah vigilando mi respuesta. -Good, very good, me apresuro a contestar y mis companyeros de viaje lo jalean con risotadas escandalosas. El serio oficial se sonrie ahora me da una palmadita en el hombro y se despide, -I'm happy that you come here.
Una vez en la aduana de Sero, entre montanyas peladas en medio de la nada, me hacen bajar del autocar. Para pasar al control de pasaporte? -No chico, adonde crees que vas? Tu espera aqui.
Aqui no hay ni un solo viajero mas ni una cola que guardar, pero sin embargo todos se sientan a esperar en lugar de encaminarse a la nave industrial que han habilitado como aduana. No entiendo el porque, pero aqui me encuentro, sentado sobre el suelo, al lado de este grupo de agricultores gordos y peludos y del chofer todavia mas gordo y peludo que ahora han comenzado a discutir por alguna extranya razon. Asi se nos van un par de horas, llegan y se van otros viajeros pero nosotros seguimos aqui sentados. Cuando ha pasado tanto tiempo que me olvido de a que estoy esperando, el chofer me despierta, -mister, y me senyala con el dedo la puerta del control de aduanas. De un salto me incorporo, recojo mi mochila y me acerco con tanto brio a la puerta que solo en el lado turco de la frontera me doy cuenta de que ninguno de los agricultores me ha seguido. Sin embargo, delante mia otro irani suplica al policia turco que le deje pasar y veo como este se levanta de su butaca y con un grito atronador manda de vuelta para Iran a ese pobre hombre, del que nunca podre saber porque no pudo entrar en Turquia o porque tenia tanta necesidad de llegar alli.
Salgo por la puerta turca y me encuentro con el mismo paisaje de montanyas peladas en medio de la nada. A mi izquierda diviso una casetilla, una verja y un guarda turco sentado. Por su funcion puramente contemplativa, diria que el ritmo del tiempo no se ha acelerado a pesar de que he entrado en un nuevo pais. Por fin puedo ver que al otro lado de la valla mi autocar arranca y se esconde tras unos trailers inmensos que lo ocultan a mi vista. Aguardo sentado a que por fin llegue el momento de continuar el viaje hacia Van cuando comienza a llover. El guarda turco me invita a refugiarme en su casetilla y una vez dentro me muestra sobre su ordenador de trabajo un videoclip de Alizee, cantante francesa, con una minifalda tan diminuta que al otro lado de la frontera se le habria caido a mas de uno al suelo el bigote.
Los trailers ya se acercan. Lo anuncia el ensordecedor ruido de sus motores: 1, 2 y 3... Detras del tercero deberia de aparecer mi autocar, pero alli solo siguen las montaynas peladas de siempre. Mi amigo turco, fan de Alizee, se da cuenta de mi apuro y llama al guarda irani. -No hay un autobus naranja ahi en vuestro lado?, -No, que va, se ha ido de vuelta a Orumieh porque los turcos encargados de la inspeccion de automoviles no le han dejado pasar. Pero volvera cuando deje alli las mercancias. Mi amigo que me ve contrariado por lo ocurrido me explica que en esa frontera son muy precavidos porque les intentan colar de todo: desde armas para las milicias independentistas del PPK kurdo hasta drogas de todos los colores y sabores. -Tu no te preocupes que esto ya ha pasado antes. Ya veras como vienen a por ti. No me queda otra salida que acogerme a esa asombrosa manera de enfrentarse con tanta normalidad a la anormalidad. Asi que me armo de paciencia y de esperanzas de que mi autocar volvera de Orumieh cuando los campesinos abandonen su empenyo de colar mercancias ilicitas en Turquia.
Entretanto el amigo turco me invita a un bocata de mortadela y queso, me dice que su turno de doce horas se le acaba y que mejor sera que me resguarde para pasar la noche en la nave industrial donde antes han sellado mi pasaporte y a la que el denomina con el acogedor nombre de "el salon". Alli conozco a su colega policia, encargado del control de documentos que me invita a un te y coge tal confianza conmigo en tan poco tiempo que al rato se marcha a cenar y me abandona delante de su ordenador y de toda la parafernalia del sellado y demas papeleos. No me concede ni siquiera el suficiente tiempo para preguntarle si quiere que selle el pasaporte del siguiente irani que venga o si prefiere que lo mande de vuelta a gritos como hace su companyero del turno de dia. Yo me entretengo con el chat y mi correo electronico pero aunque el poli no vuelve de su descanso hasta casi una hora mas tarde no tengo la oportunidad de intervenir por una vez en mi vida como agente de aduanas porque por alli no aparece nadie y aun menos el autocar naranja de Orumieh.
Una hora despues el rugido del motor de un autocar deshace el silencio de la noche en las montanyas. -Un autobus! Puede ser el tuyo! -Es naranja? Corro hacia la ventana y con la oscuridad y la lluvia solo se puede adivinar que aquello es un bus, pero no si es naranja o si procede de Orumieh. El me dice que espere y desaparece por la puerta que separa Turquia de Iran. Vuelve a su pais a los cinco minutos. -Lo siento. Se trata de un autocar que va directo de Teheran a Damasco, no paran en Van y esta lleno de familias iranies. No queda ni un asiento libre.
Paso la noche durmiendo en un sofa cama escondido en un cuartillo que seguramente se halla alli como recurso de emergencia para viajeros abandonados por su autobus. Se me queda en la cara una sonrisa de satisfaccion historica. Los figurantes de la comedia de la que he sido protagonista se han empleado a fondo para hacerme el dia lo mas rocambolesco posible. A la manyana siguiente mi aventura acaba felizmente en Van, adonde me acerca en su coche el poli turco de fronteras. No he podido pedirle explicaciones ni al chofer irani ni a los narcotraficantes rurales pero creo que hice bien en irme porque probablemente aun estaria esperando al autobus naranja en aquellas montanyas solitarias.